Seguir el hilo
Entre acuarelas livianas y óleos de cromia intensa, Mercedes Pérez San Martín (artista argentina residente en Chile) despliega en esta muestra un gesto profundamente corporal y filosófico, el de pintar como quien teje, como quien recuerda con los dedos. Su obra contiene dos momentos -el pasado confinamiento pandémico y la relectura luminosa del presente- que se entrelazan con hilos de un mismo telar emocional de los que emerge la trama del tiempo vivido como materia sensible.
Los motivos que remiten a manteles, paños y tapices son superficies que en el contexto doméstico han acogido generaciones de cuidados invisibles. Mercedes los recupera y los convierte en signo pictórico. Las acuarelas, leves como el aliento contenido de aquellos días de encierro, sugieren la fragilidad consciente de un tiempo suspendido, donde los márgenes del mundo se replegaron hacia lo cercano y lo cotidiano se convertía en centro absoluto. Los óleos, en cambio, estallan en colores que insisten, que se niegan a marchitar. La paleta optimista parece gritar desde lo más hondo que la vida continúa entre las fibras de un lienzo o la trama de una tela.
Aquí como decía Merleau-Ponty, la pintura no reproduce lo visible, hace visible. Y lo visible, en este caso, es aquello que la historia del arte ha tendido a marginar: lo doméstico, lo textil, lo femenino, lo cotidiano.
La obra de Pérez San Martín se inscribe y se nutre en una genealogía de creadoras que convirtieron la intimidad en campo de batalla estética y política. El eco más fuerte es el de las diseñadoras de la Bauhaus, en especial Gunta Stölzl, Anni Albers y Benita Koch-Otte, pioneras del lenguaje textil como una forma de arquitectura emocional. En sus manos, el telar fue un laboratorio estético en el que exploraron estructuras, tensiones, armonías y disonancias cromáticas con una radicalidad que iguala o incluso supera a la de sus colegas pintores. Stölzl decía que tejer es construir con color, y en esa frase elevaba lo blando a lo estructural, lo doméstico a lo universal.
Como las mujeres de esa escuela alemana fundada por Walter Gropius, Mercedes no copia lo textil, lo encarna y cada obra es una entramado donde pigmento y tejido se anudan.
El trabajo doméstico ha sido, a lo largo de la historia, uno de los escenarios más persistentes de la explotación femenina. Pero también es ahí, en ese mismo terreno, donde las mujeres han cultivado una inteligencia sensible, una potencia transformadora. Al evocar un paño o una tela, Pérez San Martín no los pinta, los inviste de relevancia. Cada pincelada insiste en la importancia de lo que fue llamado un arte “menor”.
La estética que aquí se nos ofrece recuerda a lo que Joan-Carles Mélich dice de la ética: Esta no se encuentra en los grandes discursos, sino en el cuidado de lo irrepetible, en la atención hacia lo singular, en la ternura de un gesto que no busca redimir, sino simplemente estar con el otro. Lo cotidiano lejos de ser banal es la escena en la que se recrea la posibilidad de una vida verdaderamente humana.
La fidelidad a lo íntimo se refuerza con la elección cromática, la paleta potente está anclada en una tradición pictórica que entiende al color como fuerza vital. Al igual que Eva Heller, que al investigar la psicología del color demostró cómo ciertos tonos pueden provocar calma, alegría, nostalgia o incluso enojo, los tonos encendidos de Pérez San Martín funcionan como antídotos visuales y transmiten las emociones que se tejieron con pigmentos.
Hay en estas piezas una mística de lo cotidiano, una forma de atención visceral que se posa sobre lo más simple y lo transforma. En las obras de Mercedes esa atención se manifiesta como un apego al gesto mínimo, el de arrugar un paño, doblar una tela, registrar la luz sobre un estampado. Lo pequeño se torna inmenso y el detalle se magnifica.
Esta muestra despierta en la quien mira la conciencia de que toda gran historia se escribe también en la vajilla lavada, en la mesa dispuesta, en los gestos que nunca se exhiben pero sostienen el mundo. Como una urdimbre sin fin, estos óleos y acuarelas abren puertas, ventanas, sentidos. Mercedes Pérez San Martín da puntadas con pinceles y teje sin hebras para rasgar el velo de lo evidente en el tapiz invisible de lo cotidiano.
Ruth Geoffroy
5 de junio de 2025