Yendo a cazar tigres

“María Antonieta, coronada y hermosa, meses antes de que su cabeza cortada rodase por el suelo de la calle, dijo en voz alta y cantante: si el pueblo no tiene pan, ¿por qué no come pastel?”

Clarice Lispector

 

Mercedes Pérez San Martín y Flavia Mihanovich encuentran en la pregunta por la belleza un lugar de intensidad que la pintura puede ocupar en el debate actual con el universo visual de los medios

Mihanovich utiliza un lenguaje gráfico, una pintura de revestimiento de superficie. Se vale de distintos medios para romper o abrir sus imágenes. Insiste en las formas negativas en detrimento de las positivas, irrumpe los contornos. Las mujeres que representa son literalmente “modelos”. Modelo es un prototipo, algo a ser repetido. El patern funciona como un tatuaje que rebela características obscenas de las figuras. El tigre es un animal identificado por su estampado. De la misma manera la pintura de Mihanovich a través de los códigos de la vestimenta es un catálogo de camuflados.

Tres sujetos abrazados son representados brutalmente por tres cabezas cuyo tono de piel varía como un muestrario de colores. Lo único elaborado son los detalles de sus ropas. Percibimos cierto humor y lo decadente de un sujeto que sólo puede hacerse presente a través de un objeto, de un accesorio cosmético.

Los clásicos retratos de las divas publicitarias toman un carácter casi totémico. Los rasgos anatómicos están reducidos a la cualidad más superficial de la materia: el brillo. La mujer de color tiene los ojos tapados, está desprovista de los caracteres últimos de humanidad, los de la persona. Por otra parte, los ojos y la boca de la rubia sobresalen a un nivel monstruoso. Nada queda del señuelo seductor, más que carnada se podría decir carnívora.

Mientras que en la obra de Mihanovich interviene la sensualidad, las flores genitalesde Pérez San Martín se acercan a un erotismo. En estas pinturas tempranas que recuerdan a Matisse, se representa un mundo primitivo en donde la sexualidad es tomada como natural. Por su espíritu despreocupado estos universos anclan más cerca del lenguaje de la abstracción.

El tono festivo de estos paraísos parece extinguiste en la serie posterior de objetos suntuosos. Si en la obra de Mihanovich los sujetos parecerían adquirir los atributos de los objetos, en la obra de Pérez San Martín los objetos adquieren cualidades de los sujetos.

Una serie de diamantes, candelabros, medusas y tortas pueblan sus cuadros. Todoscuelgan o están suspendidos en el aire, en un estado de fragilidad. 

A diferencia de la naturaleza muerta holandesa que se caracterizó por un arte del Catálogo, en donde el objeto nunca tiene un carácter privilegiado y está ante todo utilizado, la preocupación de Pérez San Martín es desembarazarlo de sus cualidades de uso para liberar su esencia. Sus objetos son como mujeres gacelas, están desprovistos de los atributos de la materia.

Un sentimiento parecido a la Depresión post coito parece teñir a los caireles y a las tortas. La fiesta posiblemente ya termino, y quedaron abandonados sobre un blanco frío glaciar. 

En otros casos la abstracción irrumpe para dar vida a lo inanimado. Por detrás de un candelabro, una explosión sugiere energía. En el tono hepático de la medusa, nacen lluvias de cintas.

Mihanovich y Pérez San Martín retoman la tradición burguesa de la pintura y el legado del pop para mostrar la importancia de las rayas cuando hay que diferenciar a un tigre de un gatito.

Mariana López

Bs As, 2006